Mis collages I, por Suna

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viernes, 4 de octubre de 2013

ANTONIO MACHADO. Colección de rimas Nº 26

                                ANTONIO MACHADO




<<Allá en las tierras altas
por donde traza el Duero 
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando en sueños...
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando sólo,
triste, cansado, pensativo y viejo>>

A. Machado, Campos de Castilla 

COMENTARIO DE TEXTO:

Localización

Este poema de Antonio Machado fue publicado en su segundo libro, Campos de Castilla(1912), en el que, sobre todo, se recogen composiciones en las que se evocan paisajes y gentes de Soria, algunas de carácter crítico y social. Con posterioridad se añadieron los poemas inspirados en la enfermedad y muerte de su esposa Leonor. El poema que comentamos pertenece a este segundo grupo.

Tema y argumento

El texto es una expresión de la soledad y el dolor del poeta por la pérdida de su esposa. Parece inspirado en un hecho real: el paseo en soledad por los campos cercanos a Baeza, un día en que el pensamiento, vagando de acá para allá, lo lleva a recordar, como en sueños, Soria y su paisaje. El paisaje, a su vez, le hace recordar a Leonor y entonces imagina, un diálogo con ella, un paseo de su mano, como los muchos que seguramente  realizaran juntos. Pero pronto se da cuenta de que se trata de un sueño y vuelve a la realidad. Mira el campo que le rodea y piensa en lo solo, viejo y triste que está.

Forma y Estructura

El poema está formado por 14 versos, que se distribuyen en tres estrofas. Son versos endecasílabos y heptasílabos combinados libremente, es decir, no forman una estrofa conocida, aunque recuerdan las silvas clásicas. Los versos impares riman en asonante (e-o).
Desde el punto de vista del contenido, podemos considerar dos partes:
-         La primera parte estaría formada por las dos primeras estrofas, pues en las dos se recuerdan los campos de Soria. A su vez, cada estrofa constituiría una subparte: en la primera estrofa el poeta evoca en sueños el paisaje soriano; en la segunda, dentro de ese paisaje, dialoga imaginariamente con su esposa, invitándola a pasear.
-         En la segunda parte, formada por la tercera estrofa, el poeta vuelve a su realidad actual, a su paseo por los campos andaluces, por donde camina triste y solo.

Análisis de la forma a partir del tema

El poema no se abre con un sujeto, con una persona, sino con las circunstancias: aparece un adverbio de lugar que indica lejanía: “allá”. A continuación se especifica ese lugar alejado con datos concretos: las tierras altas de Soria, por donde pasa el Duero, con su paisaje de encinares y cerros grises. Solo al final de la estrofa aparece el sujeto de la oración, pero no en forma personal, sino como sinécdoque: “mi corazón”. Es como si el poeta quisiera hacernos ver que no es él, sino una parte de él, el corazón, la que se ha escapado. Claro, que el corazón es precisamente la parte del cuerpo que asociamos a los sentimientos, en este caso, al amor. El corazón enamorado vaga por el paisaje, “en sueños…” Los puntos suspensivos sirven para que nos paremos y pensemos ¿qué estará soñando? Así se introduce la segunda estrofa, el sueño o evocación imaginaria del corazón y que consiste en un diálogo con la esposa desaparecida.
En la segunda estrofa el poeta se dirige a un , de ahí los verbos en 2ª persona: “no ves”. Inmediatamente sabemos quién es ese tú porque el vocativo, “Leonor”, lo concreta. La aparición del nombre de la esposa muerta implica una gran concentración emocional, sobre todo porque tanto la pregunta retórica (“¿no ves los álamos del río?”) como la invitación a mirar el Moncayo o a pasear cogidos de la mano están en presente. Pensemos que cuando imaginamos que hablamos con alguien que está ausente lo hacemos en presente, trayéndolo imaginariamente a nuestra presencia. Eso es lo que hace el poeta, pero, en este caso, el procedimiento sirve para hacer evidente un sentimiento de dolor contenido, retenido: no hay una explosión de emociones, de gritos o exclamaciones de pena, sino un sencillo diálogo con la amada, como si la tuviera delante, cuando todos sabemos que está muerta.
Esta pena contenida, solo sugerida, se hace patente en la tercera estrofa, que, además, está construida igual que la primera: también empieza por los complementos circunstanciales y también deja para el final la aparición del sujeto y de la acción que este realiza. En ambas, además, la principal forma verbal va acompañada de un gerundio: “[mi corazón] está vagando”, mientras “[yo] voy caminando”, gerundios que sirven para señalar acciones no acabadas, que todavía duran en el tiempo. Esta estrofa final, por tanto, parece que es la que da sentido a todo el poema, pues es en ella donde se establece el contraste entre el pasado feliz, ahora solo recordado, y el presente desolado y triste. Esto se puede ver fácilmente si ponemos en columnas la cuidadosa asociación de términos contrastados:
Soria            (pasado)                                              Baeza  (presente)
Allá, en las tierras altas                            Estos campos de la tierra mía
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria
raídos encinares                                              polvorientos olivos
ramajes yertos (de los álamos)
(mi corazón) está vagando                            voy caminando solo
(contigo) dame tu mano y paseemos           (yo) triste, cansado,
pensativo y viejo
Sin embargo, obsérvese que el pasado evocado no aparece como algo luminoso y feliz; el paisaje recordado está teñido o contagiado de la pena actual del poeta. Esto explica los adjetivos que emplea para describirlo, casi todos asociados subjetivamente a ‘lo viejo’, ‘lo gris’,‘lo acabado’: los cerros son “plomizos”, los encinares están “raídos”y los ramajes de los álamos “yertos”, como los olivares, que también aparecen “polvorientos”. A poco que pensemos, vemos que el paisaje está como el poeta: “solo, triste, cansado, pensativo y viejo”.Hasta el final no ha aparecido la primera persona y cuando lo hace viene cargada o rodeada de adjetivos, todos ellos relacionados, como los del paisaje, con la pena, la vejez, la soledad.
El final del poema es tremendo y concentra toda la emoción, el profundo sentimiento de pena y dolor del poeta. Los cinco adjetivos se suceden a borbotones, en forma de asíndeton, es decir, casi sin conjunciones. Este procedimiento acelera la lectura, como si fueran escalones que nos llevan en una determinada dirección, que nos dirigen… ¿a dónde? Fácilmente podemos deducir que se trata de la muerte, que es el eco que queda resonando de fondo, el tema central del poema: el recuerdo de la amada muerta.

Conclusión

El poema comentado es de una gran intensidad emocional, aunque, como es propio de la poesía de Machado, la emoción no se expresa de manera altisonante o exclamativa, sino de forma contenida, intimista. Por eso percibimos la emoción casi sin darnos cuenta, como por impregnación. En este sentido, una de las cosas que más me han gustado es el tratamiento del paisaje: el poeta lo tiñe de subjetividad al aplicarle adjetivos asociados a la vejez y a la muerte. También me ha gustado mucho la manera de introducir la imagen soñada de Leonor y el pequeño diálogo imaginado. Ambos procedimientos, creo, explican que el verso final resulte tan terrible, cuando el poeta consigue que casi lo veamos caminando en su tristeza y soledad y nos apiademos de él.
Publicado en el blog "El sendero de los locos" para 4º ESO, el 27 de febrero de 2012

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