RECITAL
POÉTICO 2014:
<<MIGUEL
HERNÁNDEZ,
TRADICIÓN
Y VANGUARDIA>>
-
LUGAR:
Salón de actos
-
HORA:
11:1Oh- 12:30h (aprox.)
-
ORGANIZA:
Departamento de castellano
LUGAR:
Salón de actos
HORA:
11:1Oh- 12:30h (aprox.)
ORGANIZA:
Departamento de castellano
ORDEN
DE ACTUACIÓN:
-
PASTORIL,
por Alexandra e Irene, de 1º B
-
UN
CARNÍVORO CUCHILLO, por
Karim y Nuria, de 1º A
-
SONETO
19, por Mame Saye y Hayat, de 4ºA
-
SENTADO
SOBRE LOS MUERTOS, por Valeria, de 4º A
-
LAS
ABARCAS DESIERTAS, rapeado por Zacarías, de
1º A
-
EL
HERIDO, por Nerea y Antón, de 4º A
-
VALS
DE LOS ENAMORADOS, por
Soukaina y Kadra, de 2º A
-
ETERNA
SOMBRA, por Angie de 4º A y Tania, de 1º
Bach.
-
RUEDA
QUE IRÁS MUY LEJOS, por
Valentina, de 3º A
PASTORIL,
por Alexandra e Irene, de 1º B
UN
CARNÍVORO CUCHILLO, por
Karim y Nuria, de 1º A
SONETO
19, por Mame Saye y Hayat, de 4ºA
SENTADO
SOBRE LOS MUERTOS, por Valeria, de 4º A
LAS
ABARCAS DESIERTAS, rapeado por Zacarías, de
1º A
EL
HERIDO, por Nerea y Antón, de 4º A
VALS
DE LOS ENAMORADOS, por
Soukaina y Kadra, de 2º A
ETERNA
SOMBRA, por Angie de 4º A y Tania, de 1º
Bach.
RUEDA
QUE IRÁS MUY LEJOS, por
Valentina, de 3º A
Las
abarcas desiertas
Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.
Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.
Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda la gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.
Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y un mundo de miel.
Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.
Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.
Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.
Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.
Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda la gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.
Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y un mundo de miel.
Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.
Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.
Vientos
del pueblo me llevan Vientos
del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.
No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?
Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.
Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.
Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.
Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.
No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?
Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.
Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.
Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.
Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.
Abarcas: calzado de pastores
Regatos: arroyuelos
Majada: Albergue de pastores y ganado
Aceituneros
Andaluces
de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
No
los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos
al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Levántate,
olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces
de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?
Vuestra
sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No
la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
Árboles
que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.
¡Cuántos
siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces
de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?
Jaén,
levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro
de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
Vals de los enamorados y unidos para siempre
No salieron jamás
del vergel del abrazo.
Y ante el rojo rosal
de los besos rodaron.
Huracanes
quisieron
con rencor separarlos.
Y las hachas tajantes
y los rígidos rayos.
con rencor separarlos.
Y las hachas tajantes
y los rígidos rayos.
Aumentaron
la tierra
de las pálidas manos.
Precipicios midieron,
por el viento impulsados
entre bocas deshechas.
de las pálidas manos.
Precipicios midieron,
por el viento impulsados
entre bocas deshechas.
Recorrieron
naufragios,
cada vez más profundos
en sus cuerpos, sus brazos.
Perseguidos, hundidos
por un gran desamparo
de recuerdos y lunas,
de noviembres y marzos,
cada vez más profundos
en sus cuerpos, sus brazos.
Perseguidos, hundidos
por un gran desamparo
de recuerdos y lunas,
de noviembres y marzos,
aventados se vieron
como polvo liviano:
aventados se vieron,
pero siempre abrazados.
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