"En la ciudad gaditana de El Puerto de Santa María, a la derecha de un camino, bordeado de chumberas, que caminaba hasta salir al mar, llevando a cuestas el nombre de un viejo matador de toros _Mazzantini_, había un melancólico lugar de retamas blancas y amarillas llamado La arboleda perdida.
Todo era allí como un recuerdo: los pájaros rondando alrededor de árboles ya idos, furiosos por cantar sobre ramas pretéritas; el viento, trajinando de una retama a otra, pidiendo largamente copas verdes y altas que agitar para sentirse sonoro; las bocas, las manos y las frentes, buscando donde sombrearse de frescura, de amoroso descanso. Todo sonaba allí a pasado, a viejo bosque sucedido."
Rafael Alberti, La arboleda perdida.
CANCIÓN
Si mi voz muriera en tierra
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.
Llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.
¡Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla una estrella
y sobre la estrella el viento
y sobre el viento la vela!
RAFAEL ALBERTI
MI ARBOLEDA PERDIDA
A Alberti
La arboleda perdida está cerca de mi casa,
detrás de la huerta y de mi jardín.
Sus troncos, ni finos ni gruesos,
se distinguen claramente desde aquí.
Aunque Alberti no lo sepa
está donde estuvo siempre
y tampoco la pintó Dalí.
Sus hojas son unasolabanderaverde
y, a lo lejos, duermen gigantes azules,
fósiles inmóviles
de un cuerpo anclado a una tierra loca
que, en nombre del hombre, un día,
se irá para siempre de aquí.
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